La "diversidad ausente" revela el impacto oculto de las actividades humanas en la naturaleza a nivel global
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Las actividades humanas son el factor clave del declive de la biodiversidad en el el planeta / Creative Commons |
9.4.2025
La biodiversidad, ese intrincado tapiz de vida que sustenta los ecosistemas del planeta, enfrenta una amenaza silenciosa pero devastadora: la "diversidad ausente". Un reciente estudio liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha revelado el impacto oculto de las actividades humanas en la naturaleza a nivel planetario, poniendo al descubierto una pérdida de especies que, aunque no siempre visible a simple vista, tiene consecuencias profundas para la salud de los ecosistemas. Publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, este trabajo destaca cómo la intervención humana ha alterado la composición natural de la vida en la Tierra, subrayando la urgencia de actuar frente a esta crisis.
La "diversidad ausente" no se limita a la extinción total de especies, sino que incluye a aquellas que, sin haber desaparecido por completo, han sido erradicadas localmente o reducidas a poblaciones mínimas en regiones donde deberían prosperar. Este fenómeno puede pasar desapercibido: un bosque o un humedal puede parecer saludable, pero carecer de muchas de las especies que lo equilibran. Esta ausencia afecta procesos esenciales como la polinización, la dispersión de semillas o el control natural de plagas, poniendo en riesgo no solo la naturaleza, sino también la agricultura y la seguridad alimentaria humana.
UN MÉTODO INNOVADOR PARA MEDIR LA PÉRDIDA
Para cuantificar la diversidad ausente, los científicos analizaron más de 50,000 parcelas de muestreo en todo el mundo, comparando la biodiversidad actual con la que se esperaría en un escenario sin perturbaciones humanas. Utilizando modelos ecológicos avanzados, identificaron las "sombras ecológicas" dejadas por las especies desaparecidas. Los resultados muestran que, en promedio, el 20% de las especies esperadas en un ecosistema están ausentes debido a la actividad humana, con algunas regiones alcanzando pérdidas de hasta el 50%, lo que evidencia la magnitud del impacto.
El estudio señala que las áreas más afectadas son aquellas con alta densidad poblacional y desarrollo intensivo, como Europa Occidental, el este de Estados Unidos y partes de Asia Oriental. Aquí, la urbanización, la agricultura intensiva y la deforestación han transformado los paisajes, dejando poco espacio para la vida silvestre. En contraste, zonas como la Amazonía o el Ártico muestran menos diversidad ausente, aunque no están libres de amenazas. Grandes mamíferos, aves rapaces y anfibios figuran entre los grupos más impactados, afectados por la caza, la contaminación y la pérdida de hábitat.
IMPLICACIONES PARA LA CONSERVACIÓN
Estos hallazgos sugieren que las estrategias actuales de conservación, enfocadas en evitar extinciones, no bastan para preservar la integridad de los ecosistemas. Es necesario un enfoque más amplio que restaure las especies ausentes mediante reintroducciones, corredores ecológicos y prácticas sostenibles en agricultura y urbanismo y los responsables políticos deberían integrar la diversidad ausente como un indicador clave al diseñar estrategias ambientales, priorizando la recuperación de ecosistemas degradados para garantizar su funcionalidad a largo plazo.
EL ORIGEN DEL PROBLEMA
La diversidad ausente tiene múltiples causas interconectadas. Por un lado, la expansión urbana y la conversión de tierras para cultivos fragmentan hábitats, mientras que el cambio climático altera las condiciones de vida de las especies, desplazándolas de sus rangos naturales. En esta línea, actividades como la sobreexplotación, la pesca excesiva o la caza furtiva, agravan el panorama. Y combatir estas causas requiere acciones globales: reducir la huella ecológica, desarrollar de forma equilibrada las energías renovables y fomentar un consumo responsable son pasos esenciales para frenar esta tendencia a juicio de los investigadores.
Finalmente, el estudio expone una crisis de biodiversidad más profunda de lo que el ser humano percibe, pero también abre una ventana para fortalecer las estrategias de conservación. Porque para los especialistas, proteger y restaurar la riqueza natural del planeta no es solo una cuestión estética, sino una necesidad para mantener los servicios ecosistémicos que sustentan la vida humana.